¿Que lugar tiene el paciente en la elección de su tratamiento?
Se dice que durante cinco mil años la Medicina ha sido cosa de médicos, aunque luego se fueron añadiendo enfermeras, psicólogos, dietistas, biólogos, etc al equipo médico.
Durante muchos años los médicos sabían lo que era mejor para los pacientes. Los médicos decidían el tratamiento sin que los pacientes participaran realmente en el proceso de decidir.
Por lo general, los médicos tienen poco tiempo para informar, con lo que aún queda menos tiempo para que los pacientes puedan exponer sus preguntas.
Cuando hay más de una opción de tratamiento, como es el caso del cáncer de próstata, la explicación de las distintas posibilidades (¡fundamental para que la persona informada pueda elegir) es breve y, muchas veces, desviada por el peso del tipo de especialista que está informando (cirujano, radioterapeuta, oncólogo, etc).
Pero los días en que los pacientes quedaban fuera de las decisiones están desapareciendo. La era de la información está modificando estas cosas, dando el debido protagonismo a la persona enferma.
¿En que consisten o deben consistir en la actualidad las relaciones médico/paciente?
Antes de decidir el tratamiento, el médico recoge toda la información precisa sobre la enfermedad del paciente, para poder presentar una revisión de los hechos y una detallada discusión sobre las posibilidades de tratamiento. De esta manera el paciente puede conocer los pros y contras de cada uno de los tratamientos.
A partir de este momento, es el enfermo quien debe elegir. puesto que, después de todo, es él y solamente él quien tendrá que vivir con los resultados de su elección.
La persona debe decidir que considera mejor para sí mismo.
Incluso es posible que la persona, una vez informada, decida pasar la decisión al médico. Muy bien, está en su derecho, el de decidir por sí mismo o en delegar al médico.
¿Y si el médico no está de acuerdo con mi elección?
En primer lugar, el paciente debe escuchar cuidadosamente los argumentos del médico. Debe establecerse una línea abierta de comunicación entre paciente y médico. Las razones del médico suelen ser totalmente legítimas.
No obstante, si el médico no acepta o respeta la decisión del paciente, este está en su derecho de buscar a otro médico que lo haga.
¿Por qué algunos médicos se enfadan cuando el paciente les dice lo que cree que es mejor para él?
Hay que ser cuidadoso, ya que muchos pacientes deciden sin estar bien informados. Han leído un libro o alguien les ha dicho esto o lo otro.
El médico está especializado y tiene, por lo general, muchos años de experiencia.
Aunque usted crea que ha leído mucho creo que debe usar su conocimiento precisamente para mejorar el entendimiento con su médico y abrir las puertas para la comunicación.
¿Qué debo hacer, pues?
Lea esta página, adquirirá un buen grado de conocimiento sobre el diagnóstico y el tratamiento del cáncer de próstata.
Su caso es único, puesto que es el suyo, por tanto, individual. Conozca bien la situación de su enfermedad, haga preguntas a médicos y enfermeras. Recójalas por escrito. Reflexione sobre las respuestas.
Cuando se sienta bien informado, vuelva al médico y explíquele su decisión. Entonces oiga los argumentos del médico. No intente cometer el error contrario al de la falta de información por parte de los enfermos: es decir, no quiera imponer ahora sin más su opinión a los médicos. Escúchelos.
¿Debe participar mi esposa o compañera en la elección de mi tratamiento?
El cáncer es una enfermedad que afecta no solo al paciente, sino a su pareja, a la familia entera, a las amistades y relaciones y al trabajo.
Punto esencial es el lugar de la mujer del paciente con cáncer de próstata.
La compañera vivirá, a partir del diagnóstico, influenciada por los resultados, tanto de la mala noticia como de las consecuencias de los tratamientos. Ella vive las 24 horas del día el problema.
Ella debe participar en la información y en las decisiones.
Pregúntele que piensa, que teme, que espera, que desea. Haga que la acompañe al hospital, a asistir a las conversaciones con médicos y enfermeras. Estimúlela a que ella exponga sus cuestiones y haga preguntas.
Debe usted compartir sus sentimientos con ella. Discuta con naturalidad sus preocupaciones, miedos, inseguridades hacia lo futuro y hacia su vida y su calidad de vida, según la elección que haga y las consecuencias posibles.
¿Hay mujeres que no participan?
Efectivamente, pero intente, como mínimo, informarla.
¿Y mis amigos? ¿Y en el trabajo?
Es un tema difícil. En cuanto a los amigos, depende del tipo de relaciones que tenga con ellos.
Es un hecho cierto que el cáncer es una enfermedad tabú y que, a partir de que determinadas personas conocen que un amigo tienen cáncer, cambian su actitud hacia él; parece que no supieran como comportarse o que tuvieran miedo de la enfermedad.
Otros tienen la costumbre de intentar aconsejar excesivamente, sin fundamento alguno, a la persona.
Otro tema complicado es si hay que comunicarles o no a los compañeros del trabajo que uno ha sido tratado por cáncer de próstata.
La manera de ser humana no ha cambiado suficientemente respecto al cáncer. Muchas personas que desean asegurarse de mutuas privadas tienen dificultades en cuanto confiesan haber tenido un cáncer.
En el medio ambiente laboral, dicho diagnóstico puede complicar las cosas, en forma de falta de promoción y dificultades en la relación diaria con los compañeros. Tal es el poder tabú de esta enfermedad.
Es una decisión, la de explicar o no el diagnóstico, muy personal, que debe usted reflexionar profundamente antes de tomar un camino u otro.